Desde aquella noche

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I: OLIVOS Y MÁS

El suéter café, los desplantes, la noche ajena,
las coincidencias que hacen que la vida valga la pena.

El susurro, el roce, la mirada desvergonzada,
el valor de arriesgarte a todo es quedarte con nada.

La palabra no dicha, el beso jamás dado,
el temor, seremos ángeles negros que bailan pegados… esta canción.

Y tus manos dibujan un mundo imaginario, 
una sensación total, claroscuro a contraluz, tu cuerpo intacto.

Eres una y mil vidas, el verso y la prosa, la melancolía.
Te amo al instante porque no hay otra forma de amar.

No hay certezas, solo sueños y en mis sueños a veces te vas
y en mis sueños a veces te quedas
desnuda en el campo y el río de alguna manera.

Y en mis sueños a veces te quedas 
dormida en mi pecho           acurrucada 
como quien pierde una estrella.

Y en mis sueños a veces te quedas,
me miras y me conoces y me desarmas y te entregas…

ETERNAMENTE BELLA

Y así te vi salir, una vez y otra más, 
mil veces tras la misma puerta, 
mil veces tras el mismo pesar.

¿Quién fuera yo para tomarte
de la mano en una de esas salidas?
¿Rey del tiempo de la luna
o rey de las noches perdidas?

Y tal vez pases por aquí nuevamente,
por esta vereda anochecida,
donde la gente se marcha eternamente,
y eternamente es bienvenida.